26 de mayo de 2011

Amar-go

El engaño fue real…
 Difícil de aceptar, difícil de creer que podía venir de alguien que estuvo tan cerca.
La ingenuidad  se vuelve nociva para el corazón, deja de ser una virtud…
Tanto tiempo inmersa en un mar de mentiras…
Ya no se puede confiar…
No está mal que se haya terminado, lo que duele es la forma como sucedió y el montón de días que… No vale la pena. El daño ya está hecho.
Habrá que aferrarse a nuevos hilos de esperanza…
Le papillon

11 de mayo de 2011

Sin noche, sin descanso

Eran las 9:00 de la noche cuando me disponía a dormir. Un silencio recorría mi alma, puse mi cabeza en la almohada y de pronto escuché el tic tac que venía del reloj de la sala. No es común que lo escuche pero aquel día no podía ignorarlo y cada vez se hacía mas fuerte; trataba de dormir pero ese maldito tic tac no me dejaba, era tan molesto que me causaba desesperación.
Después de treinta minutos logré olvidar el reloj. Cuando me disponía a dejarme llevar por un sueño profundo, sentí que abrieron la puerta, subieron las escalas, caminaron hasta la cocina y prendieron la luz; lo supe porque mi habitación da con la cocina. Grité Juan, Juan, pero nadie respondió. Mi cuerpo temblaba, pero no tenía la fortaleza de levantarme para saber qué era, así que esta vez grité Carlos, Carlos, pero tampoco respondieron.
Decidí taparme con la cobija, lo hago siempre que tengo mucho miedo. Sentí que abrieron la puerta de la habitación de mi mamá y me tranquilicé a mi misma pensando que era ella que deseaba ir a el baño. Escuché los pasos pasar por el frente de mi habitación, pero luego se perdieron y nunca supe si mi mamá regresó o no a la habitación.
Mi corazón se aceleraba. Solo me quitaba las cobijas para tomar un poco de aire, siempre he preferido dormir en una habitación totalmente oscura, en la que no puedo ver nada, porque así no tendré la imaginación para crear personajes con las sombras que se reflejan en la habitación.
Me quité la cobija para tomar aire y vi al frente de la ventana, la sombra de un hombre que me miraba, me tapé de nuevo con las cobijas y me dije: Esto es producto de mi imaginación. Recé y me dejé llevar por el sueño que tenía.
Ya estaba en medio de un sueño profundo cuando escuché el timbre de mi casa. Mi corazón volvió a acelerarse, miré el reloj y eran las dos de la mañana, parecía que en mi casa nadie lo había escuchado así que yo preferí ignorarlo. Pero, ¿cómo ignorar ese sonido? Suena otra vez, y otra vez, ese timbre, nuestro timbre. Rogué para que alguien se levantara y mirara quien era ese que se atrevía a tocar en una casa decente a esa hora.
Al cabo de unos minutos escuché los pasos de alguien que se dirigía al balcón. Mi mamá gritó: “Jhon Jairo váyase a dormir”. Jhon Jairo es mi tío borracho, mi tío que no olvida un fin de semana para irse a beber hasta que ya no pueda más, y siempre grita: “Llámeme a Tormenta, que necesito hablar con ella”. Mi mamá, aquel día, como siempre, le respondió: “Ella esta dormida”. Debo aclarar que mi tío cuando está sobrio si acaso me da el saludo. Yo no me atreví a salir, le tengo pánico a los borrachos. Quizás por eso es que en mi vida solo me he emborrachado una vez. Así que lo ignoré, mi mamá lo echó y yo, por fin, pude dormir. Me levanté a las 8:45 de la mañana, todo en mi casa estaba en orden. Desde ese día prefiero el día que la noche, lo que no significa que no adore a la hermosa luna que se posa en mi balcón algunas noches.
Tormenta

2 de mayo de 2011

Y qué decir

Es difícil pensar en todas esas cosas que a uno le suceden en un día y es aún más difícil decidir qué cosas contar. Podría decir que siempre me levanto temprano (es que, cuando se estudia y se trabaja, no hay día en el que uno pueda sentir el placer de dormir hasta un poco más del medio día). Quizá puedo contar que como un rito me lavo los dientes después de cada comida para hacerle caso a las recomendaciones de los odontólogos  o decir que no hay día en que le diga no a la ducha con agua fría, a pesar del miedo que me produce la idea de pensar que es posible que mi cuerpo quede ahí todo congelado y no pueda gritar.
No sé a quién puedan interesarle estas cosas, tal vez los lectores piensen que si me levanto temprano es problema mío. Total, la que tiene que enfrentarse a la dura tarea de madrugar soy yo y también soy la única a la que le afectaría la decisión de no bañarme y la de dejar de lavarme los dientes.
Ahora que lo pienso, esta tarea de escribir sería más fácil si pudiera decir que conocí a un sujeto de la manera más inesperada y que el tipo resultó siendo, en mi criterio y al tiempo exigencias, el más interesante del planeta. Escribir se convertiría en un ejercicio casi mecánico, si tuviera la posibilidad de decir que pude establecer contacto con alguno de mis escritores favoritos y que ese autor accedió, de quién sabe qué manera, a mis textos y se decidió a ayudarme a impulsar mi carrera como escritora. Sin embargo, si hablo de estos asuntos, no estaría haciendo periodismo, se trataría de simple ficción, pues es claro que este tipo de cosas no pasan en una vida cualquiera, o por lo menos, no en la mía. 
Sombra