Para Birlibirlisk
Por estos tiempos en los que se habla mucho de la locura, he descubierto que para llegar a ella hay que recorrer un largo camino. Para mis hermanos soy loca, para unas cuantas amigas también. La verdad no me ofende. Ojalá estuviera tan loca para desnudar mi rostro, mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos al mundo. Soy obsesiva en algunos casos, me gusta organizar mis blusas por colores, mandar miles de correos si no me responden rápidamente, me gusta que las cosas se hagan cuando yo digo. Soy histérica como la mayoría de las mujeres aunque a todas nos duela reconocerlo. No soy obsesiva con la música, no me importa si solo tengo una canción de los Rolling Stonge, cuatro de The doors y diez de Alpha Blondy. Simplemente cuando quiero escuchar alguna lo hago y ya. Igual me pasa con los libros y no sé si sea bueno o malo, pero no tengo un escritor favorito y no me gustaría tener una colección entera de tal escritor: prefiero variar y por eso en mi diminuta biblioteca se encuentran Gabriel García Márquez, John Reed, Mark Twain, Saramago, Umberto Eco, Juan José Botero, Daniel Samper Pizano, Truman Capote y César Alzate. A todos los cuido como si fueran mi alma.
Pero hay algo de lo que sí soy fan, que me mata de pasión y por lo que tal vez dicen que estoy loca: por el teatro, el arte de componer obras dramáticas o representarlas como aparece en una de las definiciones del diccionario de la Real Lengua Española. Ahora, para mí el teatro es más que eso: es un estado en el que mi alma se apodera de mi cuerpo, en el que llego a un momento tal de éxtasis que la sangre corre por mis venas más rápido y mi corazón se acelera. Así que si eso es la locura para ustedes: me declaro loca.
Tormenta
Huyendo de la crítica de Pere Borrell de Caso