31 de julio de 2011

La revoltura de la locura


Para Birlibirlisk

Por estos tiempos en los que se habla mucho de la locura, he descubierto que para llegar a ella hay que recorrer un largo camino. Para mis hermanos soy loca, para unas cuantas amigas también. La verdad no me ofende. Ojalá estuviera tan loca para desnudar mi rostro, mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos al mundo. Soy obsesiva en algunos casos, me gusta organizar mis blusas por colores, mandar miles de correos si no me responden rápidamente, me gusta que las cosas se hagan cuando yo digo. Soy histérica como la mayoría de las mujeres aunque a todas nos duela reconocerlo. No soy obsesiva con la música, no me importa si solo tengo una canción de los Rolling Stonge, cuatro de The doors y diez de Alpha Blondy. Simplemente cuando quiero escuchar alguna lo hago y ya. Igual me pasa con los libros y no sé si sea bueno o malo, pero no tengo un escritor favorito y no me gustaría tener una colección entera de tal escritor: prefiero variar y por eso en mi diminuta biblioteca se encuentran Gabriel García Márquez, John Reed, Mark Twain, Saramago, Umberto Eco, Juan José Botero, Daniel Samper Pizano, Truman Capote y César Alzate. A todos los cuido como si fueran mi alma.

Pero hay algo de lo que sí soy fan, que me mata de pasión y por lo que tal vez dicen que estoy loca: por el teatro, el arte de componer obras dramáticas o representarlas como aparece en una de las definiciones del diccionario de la Real Lengua Española. Ahora, para mí el teatro es más que eso: es un estado en el que mi alma se apodera de mi cuerpo, en el que llego a un momento tal de éxtasis que la sangre corre por mis venas más rápido y mi corazón se acelera. Así que si eso es la locura para ustedes: me declaro loca.

Tormenta



  Huyendo de la crítica de  Pere Borrell de Caso          

28 de julio de 2011

Concesiones de Verano… ๑ღ ¸

No se puede fijar un día en el calendario para ser feliz, pero sí existe la posibilidad de encontrarse contento hasta las vísceras cuando llegan las vacaciones de verano, y junto con ellas las infinitas maneras de vivir y de ser. En especial esto último es lo que más extrañaré ahora que estos días de sol comienzan a desvanecerse…
Y es que aunque no se fue de viaje al exterior, esta mariposa al igual que Elizabeth Gilbert, comió, rezó y amó…
También hizo cosas de las que debe olvidarse durante los cuatro meses en los que asume su papel de estudiante universitaria; “cosas de nada” podrían llamarlas algunos, pero al fin y al cabo, cosas que dejan más aprendizaje que devorarse una biblioteca entera.
Sí, sin duda cuando leemos o vemos una película estamos alimentando simultáneamente al cerebro y el alma, nos identificamos con personajes y situaciones, suspiramos, reímos, lloramos o nos asqueamos al no encontrar algo que nos parezca digno de ser narrado, una realidad distorsionada, un actor plano, qué sé yo. El punto es que cada uno tiene una vida (el dolor y la alegría nos recuerdan que es real) y en esa vida no se puede aprender en cabeza ajena por más que tengamos espejos que quieran enseñarnos cómo debemos caminar. Al final del día será mejor saber que pudimos elegir, decidir, equivocarnos y aprender por nosotros mismos; y que es mejor si esas cosas dignas de ser contadas las experimentamos en nuestra ordinaria pero increíble estadía en la tierra.
Puedo nombrar algunas de esas “cosas de nada” aunque a nadie interesen. Esta mariposa se paró frente al espejo y bailo música alegre del Brasil, abrió en el patio de su casa macadamias que su mamá le trajo de Armenia; un día se sintió triste y comió una considerable cantidad de helado. Dibujó a un gran amigo suyo, un genio de la guitarra. Regaló uno que otro beso a un extraño. Entró a una iglesia sin que se lo haya pedido su madre; le tomó una foto a un pocillo porque le pareció ver un corazón al terminar su café. Fue a un bar de tangos con su padre y sintió que lo quería mucho al verlo y al escucharlo entonar con emoción:
 Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa,
yira... yira...”

En los últimos días me tomé la libertad de contradecirme, de reincidir en mis vicios, de levantarme de golpe e intentar cambiar aquello que no me gustaba de mí, en definitiva, de reinventarme. No sé cómo termine la historia de mi vida, si ya voy por la trama o disto bastante del desenlace, pero estas vacaciones se instauró en mi alma un sentimiento bastante agradable; no sabría definirlo, solo sé que ese sentimiento es como una especie de promesa que me permite aceptar que estar aquí es un misterio y me deja con ganas de respirar hasta que el corazón o el titiritero del cielo así lo decidan…
No, no quería que llegara el fin del verano, tener que decirle adiós al cielo estrellado que seguro tendría que ser remplazado por la pantalla de un computador en los días venideros, pero el tic-tac no para de escucharse, y quién sabe, quizás me enamore del viento de agosto y sus cometas, quizás…
                                                                                                  Le Papillon

Foto: MJUG



23 de julio de 2011

ALONE

A Yésica Gómez, “La Loca del Gato”*

Vivo sola. Tengo un colchón, tres cortinas, un armario sin ropa, tres vasos y una jarra. No se asusten: uno sobrevive. También tengo tres cubos de jabón Rey, jabón de cocina para los tres vasos y la jarra, y un extraño líquido que Yésica compró para lavar la trapeadora. Como si algún día fuera a trapear. El colchón, para que mis amigos no se preocupen, tiene sábana y hasta tendido; de almohada estoy utilizando una cobija porque me vine a vivir sola y me traje la funda de la almohada y no la almohada. Eso pasa cuando quien te empaca es tu madre. Pero no se sigan asustando: tengo otra cobija.

La casa tiene cinco cuartos. Uno, el último, ya lo tengo previsto para que cuando mis amigos me visiten, hagamos una pista enjabonada. Los dos primeros están vacíos, en el cuarto de la mitad, a la derecha, duerme esta mujercita que no soporta la compañía y que le teme a la soledad. El otro cuarto, a la izquierda, tiene los tres pantalones y las cinco camisas primeras que saqué de casa. También hay un patio bonito para tomar el sol y ver las estrellas, una cocina y un baño.

Tengo 20 años y vivo sola. Creo que a los cinco soñaba con vivir sola a los 20. Tengo 20 y sueño con volver a los cinco. El caso es que ahora vivo sola. En la casa también hay un balde,  una papelera de baño y aprendí que era un dulce abrigo: un pedazo de tela roja que sirve para limpiar cosas y que Yésica me hizo comprar junto con la docena de ganchos negros para colgar la ropa. El mercado que hay en la alacena consta de una bolsa de Tang, un paquete de galletas que mi madre me envió de casa y un paquete de chucherías.

Tengo un computador e Internet gratis del pueblo sólo si me conecto en la puerta de la casa. Para los que aún piensan que seré millonaria, les cuento que cada mes me sobrarán 30.000 pesos del salario. Treinta mil pesos con los que debo pagar las mil y una deudas que tengo con mis amigos y la literatura: para vos el libro de Darío Jaramillo, para vos el de Ernesto Sabato, Sandro Romero tiene un buen libro apenas para vos, contigo tengo la deuda de Santiago Gamboa, Lovecraft para que te encarretés más, te debo a Fernando Vallejo, algo de poesía para vos y  La Carretera para usted.

En mi cuarto hay una botella de vino. Desde el jueves, la última noche de Yésica aquí, la botella sigue ahí. No la he quitado no por perezosa ni por desordenada. Aunque también esas son razones de mi personalidad. No la quito de la esquina de la habitación para darle un toque bohemio a mi vida y sentirme como algún personaje de alguna novela.

A La Loca del Gato, a quien van dirigidas estas líneas, muchas gracias. De nuevo, muchas gracias amiga. De no ser por ella sólo tendría un colchón. Nada de cortinas, ni comida, ni ropa lavada, ni me hubiera divertido tanto en conversaciones existenciales y con clavos descabezados. Estas notas, de no ser por ella, no tendrían algún dejo de esperanza sobre mi vida en estos seis meses aquí. En Abejorral, Antioquia.

Se trata ahora de comenzar a vivir. Sola. Bienvenida yo a la vida.


Cerezo en flor

*http://lalocadelgato.blogspot.com/

6 de julio de 2011

Hoy quiero escribir de todo

De política para permitirme criticar la incompetencia de nuestros ilustres funcionarios dando clase sobre participación y apoyando su misión denigrando a los que verdaderamente participan.

De música para volver a repetir que el mundo no es nada sin ella, que estoy escuchando como loca el soundtrack de Good Bye Lenin hecho por Yann Tiersen, que la música simplemente podría acompañar buenos o malos días y que hay algo de salsa en mi vida porque soledad ha mandado su carta y quiero conocer las calles sin nombre.

De trabajo porque pude sentir la obligación de las responsabilidades y no me desagradó.

De estudio para recordarme que quiero vacaciones y que hay finales sin final, que ahora es sobrevivir o morir en el intento.

De amor porque no existe y los verdaderos amores solo existen de película, entre gatos y perros o entre leones y ratones.

De cine para decir que lo adoro como nunca. También de fotografía para reafirmar mi orgullo por que existe y puedo ver como pocos.

Hoy quiero hablarle a este papel de todo, de lo que no tiene sentido común de lo que está mal escrito e igual me emociona, de lo que me ha hecho llorar desde el 21 de Febrero, maldita canción.

Hoy solamente quería escribir de todo. Pero aunque quiero decir muchas cosas la mejor es decir que me cago en todo y no quiero escribir, no sé escribir y que solo quiero escribir de amor porque lo siento y ya no existe. Entonces: ¡bah!

Izquierda.