23 de julio de 2011

ALONE

A Yésica Gómez, “La Loca del Gato”*

Vivo sola. Tengo un colchón, tres cortinas, un armario sin ropa, tres vasos y una jarra. No se asusten: uno sobrevive. También tengo tres cubos de jabón Rey, jabón de cocina para los tres vasos y la jarra, y un extraño líquido que Yésica compró para lavar la trapeadora. Como si algún día fuera a trapear. El colchón, para que mis amigos no se preocupen, tiene sábana y hasta tendido; de almohada estoy utilizando una cobija porque me vine a vivir sola y me traje la funda de la almohada y no la almohada. Eso pasa cuando quien te empaca es tu madre. Pero no se sigan asustando: tengo otra cobija.

La casa tiene cinco cuartos. Uno, el último, ya lo tengo previsto para que cuando mis amigos me visiten, hagamos una pista enjabonada. Los dos primeros están vacíos, en el cuarto de la mitad, a la derecha, duerme esta mujercita que no soporta la compañía y que le teme a la soledad. El otro cuarto, a la izquierda, tiene los tres pantalones y las cinco camisas primeras que saqué de casa. También hay un patio bonito para tomar el sol y ver las estrellas, una cocina y un baño.

Tengo 20 años y vivo sola. Creo que a los cinco soñaba con vivir sola a los 20. Tengo 20 y sueño con volver a los cinco. El caso es que ahora vivo sola. En la casa también hay un balde,  una papelera de baño y aprendí que era un dulce abrigo: un pedazo de tela roja que sirve para limpiar cosas y que Yésica me hizo comprar junto con la docena de ganchos negros para colgar la ropa. El mercado que hay en la alacena consta de una bolsa de Tang, un paquete de galletas que mi madre me envió de casa y un paquete de chucherías.

Tengo un computador e Internet gratis del pueblo sólo si me conecto en la puerta de la casa. Para los que aún piensan que seré millonaria, les cuento que cada mes me sobrarán 30.000 pesos del salario. Treinta mil pesos con los que debo pagar las mil y una deudas que tengo con mis amigos y la literatura: para vos el libro de Darío Jaramillo, para vos el de Ernesto Sabato, Sandro Romero tiene un buen libro apenas para vos, contigo tengo la deuda de Santiago Gamboa, Lovecraft para que te encarretés más, te debo a Fernando Vallejo, algo de poesía para vos y  La Carretera para usted.

En mi cuarto hay una botella de vino. Desde el jueves, la última noche de Yésica aquí, la botella sigue ahí. No la he quitado no por perezosa ni por desordenada. Aunque también esas son razones de mi personalidad. No la quito de la esquina de la habitación para darle un toque bohemio a mi vida y sentirme como algún personaje de alguna novela.

A La Loca del Gato, a quien van dirigidas estas líneas, muchas gracias. De nuevo, muchas gracias amiga. De no ser por ella sólo tendría un colchón. Nada de cortinas, ni comida, ni ropa lavada, ni me hubiera divertido tanto en conversaciones existenciales y con clavos descabezados. Estas notas, de no ser por ella, no tendrían algún dejo de esperanza sobre mi vida en estos seis meses aquí. En Abejorral, Antioquia.

Se trata ahora de comenzar a vivir. Sola. Bienvenida yo a la vida.


Cerezo en flor

*http://lalocadelgato.blogspot.com/

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