26 de agosto de 2011

¿Qué diría Cortázar de esta recayente?

Lo he escrito ya en tantos papeles, lo he querido, lo he deseado; pero me ha faltado voluntad para hacerlo real…

Cuántos giros te trae esto de vivir, te la pasás brincando en tu rayuelita cada día esperando llegar al Cielo.  A veces te quedás a mitad del camino por una pequeña piedrita, pero como hay otros que están saltando con vos lo olvidás con facilidad –parar o seguir no se traducen en estar mejor o peor–. Cuando jugás solo es diferente; vas de salto en salto y de repente, sos de nuevo un recayente si es que no te han dado las piernas para llegar al Cielo. Entonces, la voz del ego retumba en tu cabeza preguntándose porqué no has podido alcanzarlo, qué te ha faltado, etcétera, etcétera, según las ansias de cada uno por ganar el juego, por llegar a esa casilla privilegiada de la parte superior de la rayuela.

Inevitablemente hoy soy una recayente más; mi esperanza reside en la puesta del sol. En que mañana no me sienta como hoy y entonces deje de ser la que suspira, la muchacha de los ojos de papel si pienso en Spinetta… Y cómo no sentirme recayente cuando mi cielo dejó de ser un cuadrito dibujado con tiza al cambiarlo por unos ojos que no me ven. Cómo ganarme a esos ojos que me han hecho invisible de su mundo, o porqué no mejor decir: ¡basta! y dejar de nombrar a quien ni en sueños me ve.

Ay mi querido Julio… -Sobre estos puntos suspensivos se teje un suspiro-. Qué pensarías vos de la contemplación de una otredad que empieza a ser nociva para quien mira sin ser visto, cómo mirarías a una recayente que no quiere desatar los nudos que ella solita ató…

Mi alma pide a gritos otro salto, un nuevo giro, cambiar ahora mismo el final de esta historia… Sí, ahora mismo tal vez lance un conjuro al viento, tal vez baste con un poco de fe en mí. Para no mendigar amor y desatar nudos, tomaré una tiza de color lila, o tal vez azul, intentaré dibujar otro Cielo mientras imagino a qué sabría un café con vos, el de los cronopios, las famas y las esperanzas. Y si acaso la parte existencialista de mí me pide un porqué, le diré que en Paloma he hallado el más seductor: “Porque vivir es Jugar y yo quiero seguir jugando”. Y que llegue la noche y los párpados me pesen; que  me pierda en un sueño en el que saboree lo dulce de tocar el Cielo, en el que sienta que he ganado algo, o mejor aún, que no he perdido nada.



Le Papillon¸


Foto: MJUG

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