11 de abril de 2011

Sombra

Si quisiera definirme diría que quizá mi única capacidad es la de estar siempre enamorada. Me gustan los amores imposibles y sufro con esos posibles que se reprimen por absurdos miedos. Me gusta fijar mi atención en esos hombres que pasan por mi lado sin advertir mi presencia.
No soy obsesiva, o quizá sí y aún no lo acepto, solo sé que me gusta ver cómo la sonrisa inesperada de ese de quien soy sombra, me sumerge en fantasías. Me enamoro sin necesidad de hablar con ellos, solo con escuchar palabras que dirigen hacia otros, con mirarlos desde lejos durante incontables horas.
No soy masoquista, simplemente amo soñar con las cosas que sé no pasarán. Los hombres me atrapan con una mirada, los libros con un título atractivo. Para leer no me tienen que recomendar el libro, así como para enamorarme no es necesario que me presenten al hombre. El libro aparece por simple casualidad y el hombre se apodera de mi vida sin pretender hacerlo. Mi interés por cultivar el amor por un hombre se pierde cuando sé que lo tengo, en cambio, el libro se hace más interesante a medida que viajo entre sus páginas.
Sí, soy la sombra de algunas personas. Soy la sombra de los libros y de las palabras. Pero esta sombra no es peligrosa y si bien quiere apretar el Gatillo, solo lo hará para disparar historias.
Sombra

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